Receta para robarle el corazón al Dr. Farel novela completa -
Capítulo 232
Ya había anochecido cuando volvieron al hospital.
Las manos de Evrie estaban tan cansadas que le dolían, mientras Farel, apoyado en el cabecero, le masajeaba los brazos con movimientos lentos pero seguros.
Sus manos siempre eran precisas, tocando sin esfuerzo los puntos de dolor con sus dedos largos y bien formados.
Cuando se concentraba en su trabajo, emanaba una sensación de absorción.
—¿Te parezco guapo?— le preguntó Farel de repente, interrumpiendo los pensamientos de Evrie.
Ella volvió en sí y sus mejillas se tiñeron de rojo.
—Sí, guapo.—
Farel entrecerró los ojos —¿Aceptaste salir conmigo solo por mi cara?—
Evrie parpadeó —¿Y si fuera así?—
Su rostro siempre había llamado la atención.
No era raro que alguien se fijara en él.
Farel sonrió con una mirada significativa —Pensé que te atraía mi cuerpo, después de todo… la pasión que compartimos en la cama es más duradera que fuera de ella.—
El rostro de Evrie se incendió de vergüenza.
—¡No digas esas cosas!—
Se estaba excitando de nuevo.
Intentó empujarlo con enojo, pero él la sujetó y la presionó contra la cama.
—¿Quieres revivir lo que se siente en la cama?— preguntó él con picardía.
Evrie, roja como un tomate, protestó —Todavía no estás curado…—
—Una vez no me hará daño.—
—No te creo.—
—Soy médico, confía en mí.—
Antes de que Evrie pudiera reaccionar, los labios de él ya estaban sobre los suyos.
Incapaz de resistirse y temiendo lastimar su herida, se dejó llevar por él.
—¡Boom!— Un estruendo repentino sonó afuera, seguido por una ráfaga de disparos.
Evrie se estremeció involuntariamente y Farel la abrazó fuertemente.
—¿Qué pasa afuera?— preguntó ella alarmada.copy right hot novel pub
—Debe de haber empezado una pelea.—
—¿Qué?—
Farel giró la cabeza hacia el cielo iluminado por el fuego y habló con una voz profunda y calmada.
—Los disparos vienen de la dirección de Leandro, en el Parque LR.—
Lo que significaba que, Leandro y Marcos habían empezado una guerra.
Una lucha interna estaba oficialmente en marcha.
—¡Tan pronto!—
El corazón de Evrie saltó a su garganta.
Después de haber experimentado un enfrentamiento anterior, se seguía mostrando especialmente nerviosa.
Con los nervios a flor de piel, no se atrevía a moverse.
Farel la abrazó fuertemente, su calor la envolvía por todos lados.
—No tengas miedo, aquí estamos seguros.—
Evrie se recostó sobre su pecho, escuchando el fuerte latido de su corazón, y trató de calmarse.
—¿Morirá mucha gente?— preguntó con voz temblorosa.
Tenía razón.
Evrie se calmó poco a poco.
Ella también había escapado en medio del caos.
Probablemente, después de esta batalla, muchos serían rescatados.
Los sonidos de los disparos continuaron, como si fueran fuegos artificiales de Año Nuevo, tiñendo de rojo medio cielo.
Evrie no pudo dormir en toda la noche.
Hasta que amaneció.
Todavía se oían disparos esporádicos.
Parecía que la lucha había durado toda la noche.
Con la luz del día, alguien golpeó la puerta del hospital, era Joan, que se reportó desde afuera.
—Sr. Haro, hemos rescatado a uno.—
Farel abrió la puerta y vio una camioneta gris estacionada abajo; la puerta estaba abierta y una figura sucia y deshecha yacía en el suelo.
Estaba herido por todas partes, su ropa hecha jirones, con un dedo amputado, y el rostro tan golpeado que apenas parecía humano.
¡Era Óscar!
Evrie lo reconoció de inmediato.
Corrió escaleras abajo y al llegar, lo volteó.
Su pecho aún se movía con dificultad; por suerte, todavía respiraba.
—Hermano…— lo llamó, sin poder soportar mirarlo.
Nunca lo había visto tan mal.
Quizás esa era, la peor de todas las veces que lo había visto así desde que eran niños.
—Llévenlo a emergencias, traten sus heridas.— le ordenó Farel a Joan.
—Ya avisamos al doctor, llegará enseguida.— respondió Joan.
Apenas terminó de hablar, algunos hombres llegaron con una camilla y con destreza colocaron a Óscar sobre ella y se lo llevaron.
Evrie quiso seguirlos, pero Joan la detuvo.
Evrie se atragantó un poco, sin saber qué decir.
Farel levantó la mano y le revolvió el cabello con suavidad.
—Ya lo rescatamos, no tienes por qué preocuparte. Vuelve y duerme un poco, relaja los nervios.—
Evrie asintió, soltando un gran suspiro de alivio.
—Gracias, muchas gracias a todos.—
—De nada, ahora vete a dormir.— Farel insistió.
Evrie comprendió que él tenía más cosas que hacer y subió las escaleras sin querer interrumpir sus planes.
Cuando Evrie se fue, Joan habló con seriedad.
—Zeus sigue suelto, ese tipo es escurridizo, se fugó con Leandro.—
—Entendido.—
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