¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia -
Capítulo 1465
Capitulo 1465
“Bueno, voy a confiar en usted esta vez, si puedes curar a Asier, nosotros, la familia Griera, estamos dispuestos a pagar veinte millones como su honorario, ademas, le haremos famoso en todos los medios como un médico milagroso”, prometié Benjamin.
Durante los tltimos tres afos, habia contratado a no menos de diez médicos y habfa gastado una fortuna, pero ninguno habia sido capaz de despertar a Asier.
Si el Dr. Diaz realmente pudiera hacer que Asier despertara, valdria la péna cualquier cantidad de dinero. Frente a la tentacién de veinte millones, cualquiera se alegrarfa, pero lo que dijo el Dr. Diaz a continuacion dejo a Benjamin sin palabras.
“La esposa del paciente ya me pag, y una vez que acepto un favor, nunca cobro dos veces”, explico el
Dr. Diaz.
;La esposa del paciente era Elia?
Con ojos turbios pero agudos como los de un halcén, Benjamin miré a Elia con frialdad.
Al encontrarse con esa mirada penetrante, Elia sintié un vuelco en el corazén y una expresion de incomodidad cruzé su rostro. Estaba a punto de explicar que ella no se habia presentado como la esposa de Asier.
Pero antes de que pudiera hablar, Benjamin apart6 la mirada y continué preguntandole al Dr. Diaz: “¢Cuando podemos empezar?“g2
"Podemos comenzar ahora mismo*, respondié el Dr. Diaz y, tras una pausa, agregé: “Tengo una costumbre cuando practico la medicina: necesito un ambiente tranquilo para insertar las agujas de plata, cualquier ruido puede afectar la precision de la colocacion, y desviarse por un milimetro puede
alterar el resultado del tratamiento.”
"Entiendo*, asintié Benjamin, cooperativo. Se volted hacia sus guardaespaldas y les ordené: “Quédense fuera de la puerta, no dejen que nadie entre y moleste.”
"iSi, don benjamin!*, respondieron los guardaespaldas con un gesto de cabeza, saliendo de la habitacion y cerrando la puerta detrés de ellos, quedandose a guardar la entrada.
Benjamin entonces aseguré al Dr. Diaz: “No se preocupe, nadie le molestard, puede empezar.”
El Dr. Daz estaba a punto de hablar cuando Benjamin anticipé lo que iba a decir y le interrumpié: “Nosotros solo estaremos aquf para ayudarle, después de todo, somos los que mejor conocemos la condicion de Asier. Si necesita algo, estamos aqui para asistirle.”
Elia miré a Benjamin sorprendida al oirle incluir a ella en ese “nosotros”. Durante tres afios, Benjamin nunca le habia mostrado la mas minima amabilidad, y de repente la incluia como parte de su equipo, lo que la dejé inesperadamente halagada.
El Dr. Dfaz no dijo nada més y sacé las agujas de plata de su maletin médico. Encontré con precision los puntos de acupuntura en Asier y, con movimientos diestros y rapidos, insert6 las agujas en la cabeza de Asier.
Elia observaba nerviosa desde un lado, respirando lento, temiendo incluso que su respiracién pudiera distraer al Dr. Daz.
Poco después, la frente del Dr. Diaz se cubrié de un fino sudor debido a su concentracion.
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Popiloto
Y la cabeza de Asier estaba llena de agujas de plata.
Los ojos claros de Elia se fijaron en Asier, que yacia en la cama. Su cuerpo alto y esbelto yacia alli inmovil, con rasgos faciales definidos y una belleza impecable.
Con una densa marafia de agujas de plata clavadas en su cabeza, Asier parecia un erizo. Pero seguia sin moverse, como si no sintiera dolor.
Sin embargo, Elia sentfa un dolor tan agudo en su corazén que le costaba respirar.
Mientras observaba, vio al Dr. Dfaz girar una a una las agujas en la cabeza de Asier. Con cada giro, las agujas se clavaban un poco més profundamente en su craneo.
Cada pulgada que las agujas penetraban en la cabeza de Asier, el corazon de Elia se retorcia un poco mas, como si el dolor fuera en su propio cuerpo.
El silencio en la habitacién era absoluto, el ambiente estaba tan tenso que todos podian escuchar solo su propia respiracion, y nadie se atrevia a respirar demasiado fuerte.
En un abrir y cerrar de ojos, pasaron mas de dos horas.
El Dr. Diaz retir6 todas las agujas de la cabeza de Asier y las colocé cuidadosamente de vuelta en su estuche.
Después de ordenar sus instrumentos médicos, se puso de pie, le ech6 un vistazo a Elia y luego se dirigié a Benjamin: “El tratamiento de hoy ha terminado. Ahora les prepararé una receta, deben asegurarse de hervir las hierbas y hacer que las tome.”
Capitulo 1460
Capitulo 1466
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